El nivel de agua del Mar Mediterráneo que baña nuestras costas está creciendo el doble de rápido de lo que lo hacía en el siglo XX. No es motivo para crear una alarma general a corto plazo, pero sí un aspecto a tener muy en cuenta ya que durante este siglo podrían quedar sumergidas algunas zonas en el planeta, incluyendo aquellas costas españolas que tuvieran las cotas más bajas. El investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Manuel Vargas Yáñez presentó ayer en Málaga el estudio Cambio climático en el Mediterráneo español, un trabajo que completa y actualiza el informe hecho público hace tres años sobre esta misma materia tras realizar nuevas mediciones.
La proyección mínima prevista para los próximos 90 años es de 35 centímetros, dado que se ha acelerado la velocidad de crecimiento de su nivel desde 1,5 milímetros al año de mediados del siglo XX hasta los 3,5 actuales. Sin embargo, conjeturó Vargas, esos 35 centímetros podrían convertirse en 60 o 70, «lo que depende de muchos factores; las emisiones de gases efecto invernadero, por ejemplo, no se han reducido y el ritmo de calentamiento se acelera». Por tanto, si se alcanzan los 90 centímetros –lo que ocurriría en todo el Mediterráneo–, «supondría una desaparición de costa tremenda», afectando a zonas «densamente pobladas». «Para millones de personas sería un problema», aclara Vargas, que acudió ayer a la Subdelegación del Gobierno de Málaga para presentar la obra junto a otros investigadores, entre ellos el director del Centro Oceanográfico local, Jorge Baro.
La publicación recoge los datos climáticos de 1943 a 2008 a través de un sistema de observación marino único en España y su principal conclusión es que el Mediterráneo se está calentando. También ha crecido su salinidad, lo que dificulta la vida. En ello incide de forma directa la mano del hombre con la creación de presas, por ejemplo, o con la emisión de gases. Además de la acción humana, los cambios se deben a fenómenos naturales normales, como el que propició que el nivel del mar en Málaga creciera casi 11 milímetros al año desde 1990 a 2005.
Todo ello se debió a las oscilaciones de la presión atmosférica. Ahora, ese número se ha reducido hasta los cuatro o cinco milímetros anuales. Al medir series más largas de años, la Costa del Sol se muestra acorde con el crecimiento de todo el Mediterráneo.
«Aún no se dispone, según Vargas, de información biológica suficiente como para saber si el cambio climático afectará decisivamente en los ecosistemas mediterráneos y en las especies animales que los habitan», indicó el investigador. Eso se está estudiando ya.
El aumento del nivel del mar «sí es peligroso»; se va a perder costa, de forma que los desastres naturales tendrán efectos más devastadores sobre un nivel «que está crecido».
La Tierra tiene memoria: «Aún en el caso de que los humanos emitan menos CO2 a la atmósfera durante este siglo, los países emergentes reduzcan sus emisiones, y la quema de combustibles fósiles baje y se promuevan las economías verdes, a corto plazo, las temperaturas seguirán ascendiendo», reflexionó el responsable del libro, que alcanza así su segunda edición.
En la capa superficial del océano, la temperatura ha crecido 0,8º a lo largo del siglo XX, y 0,1 en alta mar. «Vamos a un ritmo de ascenso de casi un grado por siglo, pero no se puede extrapolar para el XXI, porque depende de lo que hagan los seres humanos y no sólo responde a las leyes de la naturaleza».
«El clima de la Tierra tiene una cierta inercia. Aunque ahora mismo descendiéramos las emisiones de gases de efecto invernadero a los niveles de los 90, durante los próximos 30 años el incremento de temperaturas y el del nivel del mar seguirían al mismo ritmo que si no se hiciera nada», arguyó. |
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